Fiesta a bordo

El barco que debía haber tomado ya había zarpado e Hypnos veía como se alejaba lentamente.

Desesperado, subió a una barcaza que, dejaba el muelle, con el mismo rumbo. La barcaza navegaba más rápido y cuando se aproximó a su barco, él lo abordó de un salto.

Hypnos feliz, pero rápidamente se dió cuenta que lo que encontró no era lo que esperaba. En la cubierta, tres figuras obesas, encastradas en sus asientos, dormían plácidamente, mostrando sus relucientes panzas.

Más adelante, un barman, malabarista, con una sonrisa de lado a lado, jugaba con las botellas.

Luego se encontró con una fiesta multitudinaria, de llamativos fuegos artificiales, que desde lo alto, iluminaban la farsa de esa existencia.

 

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