Hypnos suspendido, en una quietud que al mismo tiempo era un movimiento continuo.
Una energía invisible, lo unía al otro cuerpo, atravesando su piel. Los labios se habían sellado en un beso interminable, una fusión que había detenido el tiempo.
Mientras giraban, flotando en el vacío, orbitan el uno alrededor del otro, como si fueran astros gemelos. Atados, no por la pasión, sino por una fuerza invisible, mientras sus almas vibraban al unísono.
La inexplicable energía envolvente, ¿llegaría desde algún remoto rincón del universo? O ¿se generaba en la sincronización de sus almas? O ¿ambas cosas a la vez?
Lo cierto es que las leyes de la gravedad y del tiempo, habían sido sustituidas por otras reglas, más sutiles.


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