La casa antigua, repleta de espejos y cuadros, lo esperaba.
En su interior, los doctores Freud y Jung, figuras destacadas de la psicología, le dieron la bienvenida a Hypnos.
La esposa de Jung, una mujer de cálida belleza, dominaba la escena.
Hypnos formuló una pregunta: -¿Ustedes están juntos porque separados no serían nadie? Las risas de todos resonaron en la habitación.
Jung, imperturbable, observaba desde las sombras, mientras que Freud se retiró del lugar.
Hypnos, hizo la segunda pregunta: – ¿Doctor Jung, tendría Usted el valor de adoptar un hijo si no pudiera tener uno propio?
Jung en lugar de responder, se levantó y desapareció por la puerta.
Fue su esposa, quien con sus ojos fijos, dijo:- «No puede soportar que le hagan las mismas preguntas, que él mismo se hace«.
Hypnos se dio cuenta que había traspasado una frontera invisible y que había alterado la tranquilidad de vidas.
Afortunadamente, se despertó.

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