Hypnos, sentado en una mesa, en un cuarto semi oscuro, donde la única luz provenía de una lámpara amarillenta.
Su madre, en la penumbra, le tendía un papel arrugado, mientras le decía: -«mirá me están robando«.
Respondió con unos sonidos extraños, de disconformidad, que resonaron en la habitación.
En una esquina, su hermana menor, se acurrucaba en sí misma y su llanto apenas era audible.
La factura, ese pedazo de papel insignificante, se había convertido en el detonante de su ira.
Simplemente no soportaba tanta desconfianza.

Deja una respuesta