Montado en su caballo negro azabache, avanzaba al galope, por la calle principal del pueblo, mientras el aire caliente acariciaba su rostro.
Tenía grabada en la mente su misión: «luchar contra la delincuencia«.
El lema, le daba sentido a su vida, mientras que la adrenalina le circulaba por todo su cuerpo.
La banda de pistoleros venía a su encuentro, e Hypnos estaba preparado.
Los enfrentó con una energía extra humana que se había apoderado de él y de su caballo negro.
A la velocidad de una flecha, aplicó certeros golpes, derrumbó a los primeros que encontró y el resto, se dió a la fuga.
Recuperada la paz, Hypnos agradeció la ayuda recibida, a quien nunca lo dejaba solo.
Algunos hombres se transforman en bestias y él, todavía, tenía más batallas que librar.

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