En una ciudad de España, Hypnos entró, con su esposa, al hall del Hotel donde una camarera los recibió con una gélida sonrisa.
Hypnos saludó y quiso saber: -«¿Dónde se encuentra la recepción?«.
La respuesta lo desconcertó: –«Esta es la sucursal 17 de la cadena Señor; la recepción está en el centro de la ciudad».
La respuesta, lo llevo a pensar: ¿qué clase de lugar sería aquel, donde la recepción estaba en otro lugar?
Entonces preguntó en voz alta: -«¿Ahora qué podemos hacer?«
Fue un empleado mayor quien intervino y con más calma dijo: -«¿Cuál es su equipaje, señor?».
Hypnos señaló el pequeño bolso de viaje que descansaba en el suelo. -«No hay problemas, señor«, dijo el hombre con eficiencia, y los condujo por pasillos hasta su habitación. El cuarto sin ventanas y escasa luz, se convertía en una elegante cueva.
Su esposa exclamó: -«Esta habitación es horrible; no me gusta!«
Hypnos compartía su impresión, pero la convenció de ir a la confitería. Allí, primero ella se sentó sola en la barra; luego él encontró un rincón privado, en un balcón tras un gran sofá, donde se recostaron abrazados, protegidos de las miradas indiscretas y con una amplia vista hacia el exterior.
Ese momento íntimo fue interrumpido cuando en la planta baja apareció una mujer rubia con trenzas, a quien su esposa saludó desde el balcón. Mientras ellas hablaban, un hombre desnudo emergió por el costado del sofá, descubriendo su escondite. Cuando Hypnos lo vió, el hombre desapareció rápidamente antes de que su esposa pudiera notarlo.
La idea de encontrarse en un Hotel para nudistas comenzó a tomar forma en su mente.
Explorando otros sectores del Hotel, Hypnos vió dos hombres desnudos descansando en reposeras con bebidas en sus manos. Eran actores famosos de Hollywood, figuras que reconoció al instante. Uno de ellos pronunció la siguiente frase : -«He doesn’t stop«, con cierta envidia, porque se refería a un tercer actor, ausente, que trabajaba sin descanso, haciendo una película detrás de otra.
Al toparse con una pared amarilla cruzada por un arco violeta todo cambió. La visión lo hizo detener por un momento; el arco parecía ser un portal que iba más allá del tiempo y del espacio; efectivamente una fuerza extraña lo impulsó hacia adentro, atravesando la pared como si nada.
Hypnos llegó a un lugar indefinido, donde había dejado de ser quien era, para ser solo consciencia.
Razonaba sobre su experiencia, pero no encontraba explicación alguna.
Sólo cuando despertó, volvió a la realidad del día a día.

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