Se acercó al edificio con la misión de guardar los carteles que estaban en la calle y se encontró con una camioneta negra que le bloqueaba la entrada. Intentó ignorarla, pero la camioneta se deslizó hacia adelante, como si fuera un ser animado. Incapaz de entender lo que veía, decidió abrir su puerta y sentarse en el asiento del conductor.
A su alrededor, veía bolsas de compras de marcas carísimas. Terminaba de poner la camioneta en su lugar, cuando de improvisto, una persona se introdujo por la puerta trasera; la reconoció en el acto: era la Vicepresidente.
La angustia lo recorrió de punta a punta y se mantuvo callado. Sin embargo ella, en tono amable, preguntó: -¿porque estas acá? y el relató lo sucedido, con lujos y detalles.
Ella, condescendiente, le respondió: -«esta camioneta siempre hace lo mismo«.
E inmediatamente siguió, con el mismo tono: -¿querés venir a desayunar?
Hypnos, sorprendido e incómodo contestó: -«gracias, pero tengo que buscar carteles«.
Sabiendo que ya no había más carteles que colocar.

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