Despertó sobresaltado, la imagen de la niña y los seres alados aún titilaban en su retina.
La niña, pequeña víctima, yacía inerte en el centro de un ritual macabro, de los seres alados de afilados picos.
Danzaban alrededor del cuerpo inerte de la niña.
Sus cuerpos de halcones, con ojos brillantes, encarnaban a tánatos.
Hypnos, temblando de espanto, comprobó que la crueldad, excedía las fuerzas naturales.
La ofrenda de la inocente niña, era el acto más vil, que había presenciado.

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