Caminaba por la ciudad, cuando una puerta que decía «SOCIO», se abrió ante él .
Lo invitó a entrar a un lugar desconocido.
Cruzó el umbral, se encontró con una escalera, y se deslizó por la baranda hasta llegar al otro mundo.
En la plaza, los barrenderos jugaban como niños, arrojándose pintura azul.
Lo invitaron a participar del juego, pero Hypnos los ignoró.
Siguió hasta al muelle y vio como su lancha se alejaba.
Paralizado, contempló como el barco se perdía en el horizonte, con todas sus esperanzas.

Deja una respuesta