Piratas al acecho

La niebla se extendía sobre el mar sin oleaje, envolviendo al viejo buque como una manta. La embarcación, corroída por el óxido, avanzaba lentamente en esa quietud. En su interior, las mamparas de los pasillos que conducían al puente de mando estaban descuidadas. Allí, en una esquina sumida en penumbra, Hypnos ejercía su función de capitán.

Había reunido a sus marineros: jóvenes rostros con poca experiencia, endurecidos por la vida en el mar. Con voz firme, preguntó: —¿Quién quiere ser voluntario?

Eduardo fue el primero en romper el silencio, seguido por Fernando y luego los demás. Cada nombre pronunciado representaba un paso al frente y la aceptación consciente del riesgo. Hypnos los miró uno a uno. En sus ojos no vio duda, sino la determinación de quienes están dispuestos a enfrentar su destino. No eran guerreros por naturaleza, pero su resolución los convertía en valientes.

Organizó dos grupos, permitiendo que los primeros nombrados eligieran a sus compañeros. Así se formó una red de confianza y protección mutua.

Desde el puente de mando, Hypnos aguardaba con calma a que los piratas surgieran entre la niebla. Había hecho cuanto estaba a su alcance. Mientras los minutos se escurrían, meditaba sobre la violencia que engendra la guerra, como si fuera una plaga. Observaba la mente del soldado: aquel que, al enfrentarse al miedo a la muerte, vence su instinto de supervivencia y se libera de la culpa de sus propios actos, cometidos en nombre de una causa justa. Ese mismo soldado acepta, sin saberlo, la pérdida de su naturaleza humana, como quien estuviera dispuesto a entregar su vida en cualquier instante. Sabe que ya no es más que un número, porque ha renunciado a su derecho de seguir existiendo.

El barco continuaba avanzando despacio hacia su destino, cubierto por la niebla, como si nada pudiera alcanzarlo; impulsado más por el espíritu de su tripulación que por la fuerza de la hélice.

Comments

Una respuesta a «Piratas al acecho»

  1. Avatar de Hja

    Este relato me traslada al Mar Rojo.

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