Mientras sus cuerpos y sonrisas se entrelazaban en la penumbra de la cama, Hypnos rompió el silencio con una pregunta: – «¿De verdad crees que sos la mujer de mi vida?»
Helena, con una sonrisa que iluminaba su rostro, respondió con voz armoniosa: -«¿Te acordás de lo que pasó con los botones de tu abrigo el otro día?».
Hypnos respondió, intrigado: -«Los botones… sí, recuerdo. Pero, ¿qué tienen que ver?».
Ella se acercó aún más y susurró como una caricia: –«Todo tiene que ver con todo».

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