Ella, envuelta en un abrigo con capucha y con un antifaz blanco, cubriendo su cara, anunció que partía hacia una reunión.
El bebé de ellos, que Hypnos tenía en brazos, era testigo de la escena.
Helena rechazó su pedido, casi ruego, de que se quedara con ellos.
Entonces él, sin pensarlo, transformó la negativa en una sentencia irrevocable, y dijo: -«viviremos separados, cada uno en su propia casa».
El hogar, antes refugio, había desaparecido.

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